Hallan un “círculo vicioso” entre las siestas largas y el Alzheimer (en adultos mayores)

Mar, 2022

Se las asocia a momentos reparadores, que pueden incluso mejorar la concentración y la lucidez. Sin embargo, un nuevo estudio realizado en adultos mayores halló una relación entre las siestas largas y un peor rendimiento cognitivo, elevando el riesgo de padecer Alzheimer.

También estableció la relación inversa: un diagnóstico de Alzheimer aceleró el aumento de las siestas diurnas a medida que las personas envejecen.

Esta relación entre la siesta y el envejecimiento cognitivo, definida como "un círculo vicioso", fue dada a conocer en Alzheimer's & Dementia: The Journal of the Alzheimer's Association, a partir de los resultados de un nuevo estudio de cohorte realizado por investigadores del Brigham and Women's Hospital .

Los autores del estudio apuntan que las siestas durante el día son una práctica común entre los adultos mayores. Sin embargo, al parecer, no estaría probado que sean recomendables.

"Los comportamientos ligados al sueño durante el día en adultos mayores a menudo se ignoran, y un consenso respecto a la siesta en la práctica clínica y la atención médica está aún pendiente", asegura Peng Li, del Programa de Biodinámica Médica en la División de Trastornos Circadianos y del Sueño de Brigham.

“Nuestros resultados no solo sugieren que las siestas diurnas excesivas pueden indicar un riesgo elevado de demencia de Alzheimer, sino que también muestran que un aumento anual más rápido de las siestas diurnas puede ser un signo de deterioro o progresión clínica desfavorable de la enfermedad", agrega.

En este sentido, y con el objetivo de controlar de manera más eficaz la salud de los adultos mayores, instan a prestar mayor atención a los patrones de sueño de 24 horas,"no solo el sueño nocturno, sino también el sueño diurno".

Resultados contradictorios

Los efectos de las siestas diurnas sobre la cognición en adultos mayores no arrojaron previamente conclusiones unánimes. De hecho, mientras que algunos estudios han demostrado que la siesta durante el día tiene beneficios en el rendimiento cognitivo agudo, el estado de ánimo y el estado de alerta; otros reportan resultados adversos en este sentido.

Sin embargo, los investigadores del Brigham aducen que todos los estudios previos sobre la enfermedad de Alzheimer evaluaron la siesta en un participante solo una vez, y la mayoría de ellos fueron subjetivos y basados ​​en cuestionarios. Por el contrario, ellos realizaron una evaluación longitudinal y objetiva de las siestas para determinar su vínculo con el Alzheimer.

Dos hipótesis que se retroalimentan

El estudio actual, que fue un trabajo de colaboración con el Centro de Enfermedad de Alzheimer Rush y la Universidad de California, San Francisco, observó que:

Los participantes toman siestas más largas y/o más frecuentes con el envejecimiento y los cambios son aún más rápidos con la progresión del Alzheimer;

Los participantes con siestas diurnas excesivas tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia.

El equipo llevó a cabo su estudio utilizando datos del Rush Memory and Aging Project (MAP), un estudio que se encuentra en curso. Les proporcionaron a más de 1.000 personas de una edad promedio de 81 años un dispositivo similar a un reloj para usar en su muñeca no dominante hasta por 14 días.

Lo que permite ese dispositivo es valorar los períodos de reposo y actividad a través de un método no invasivo denominado actigrafía.

Así, el equipo pudo identificar los episodios de sueño utilizando un algoritmo de puntuación del sueño. Después de identificar los episodios de siesta, se calcularon tanto su duración como su frecuencia.

Un círculo vicioso

Los investigadores descubrieron que la duración y la frecuencia de la siesta se correlacionaban positivamente con la edad y encontraron una relación longitudinal bidireccional entre el sueño diurno y la demencia de Alzheimer.

Independientemente de los factores de riesgo conocidos para la demencia, incluida la edad y la duración y fragmentación del sueño nocturno, las siestas diurnas más largas y frecuentes fueron un factor de riesgo para desarrollar Alzheimer en hombres y mujeres mayores cognitivamente normales.

Además, los aumentos anuales en la duración y frecuencia de las siestas se aceleraron a medida que avanzaba la enfermedad, especialmente después de la manifestación clínica de la enfermedad de Alzheimer. En última instancia, los autores describen la relación entre la siesta diurna y la cognición como un "círculo vicioso".

"El círculo vicioso que observamos entre el sueño diurno y la enfermedad de Alzheimer ofrece una base para comprender mejor el papel del sueño en el desarrollo y la progresión de la enfermedad de Alzheimer en los adultos mayores", puntualiza Li.

Algunas limitaciones

Los autores reconocen tres limitaciones principales del estudio.

En primer lugar, aunque la actigrafía ​(el método usado en el contexto del estudio) se ha utilizado ampliamente en investigaciones de este campo y ha sido validada, los investigadores reconocen que la polisomnografía (una prueba que evalúa múltiples parámetros) es el estándar de oro para el estudio del sueño.

En segundo lugar, los participantes estudiados eran mayores y, por lo tanto, los hallazgos pueden no traducirse fácilmente a cohortes más jóvenes.

En tercer lugar, los estudios futuros deberían evaluar si una intervención directa en las siestas diurnas puede reducir el riesgo de demencia de Alzheimer o deterioro cognitivo.

"Nuestra esperanza es llamar más la atención sobre los patrones de sueño diurno y la importancia de que los pacientes noten si su horario de sueño está cambiando con el tiempo", asegura el coautor principal Kun Hu, del programa de Biodinámica Médica en la División de Sueño y Salud de Brigham.

“Los cambios en el sueño son fundamentales para dar forma a los cambios internos en el cerebro relacionados con los relojes circadianos, el deterioro cognitivo y el riesgo de demencia", cierra.

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