«El efecto de la meditación puede ser tan grande como el de la medicación»

jun, 2023 cerebro, meditación, mindfulness

Lucía Cancela (La voz de a salud)

Conectamos con el doctor Steven Laureys a través de una videoconferencia. Este neurólogo belga es mundialmente reconocido por su estudio clínico y científico de la conciencia. Es director de investigación del Fondo Nacional Belga para la Investigación Científica y profesor y director del Centro del Cerebro del Hospital Universitario de Lieja.

Ha sido presidente de la Asociación para el Estudio Científico de la Conciencia, y es un autor superventas a escala internacional. Su último libro publicado en España, Medita: una guía científica y útil para practicar la meditación (RBA, 2023) parece un ensayo científico sobre esta disciplina. El experto, firme defensor y practicante, ha estudiado los beneficios de incorporarla en su consulta. En una de sus investigaciones midió la actividad cerebral de varios monjes budistas mientras meditaban. Con ello, vio cómo el número de conexiones era mayor que en personas de la misma edad que no trabajan su atención. Tanto que, entre sus efectos, encontró que le restaba años a la edad de sus cerebros. Eso sí, el experto reconoce que no todo el mundo tiene el mismo tiempo para dedicarle y propone varias opciones para, al menos, probarla: «Es una decisión muy personal», dice.

 —Dice que prescribe meditación a sus pacientes. ¿Qué beneficios encuentra en ello?

—Como doctor especialista en neurología, prescribo meditación a mis pacientes por muchas razones. Primero de todo, pienso que el estrés puede hacer que todos los síntomas y los problemas empeoren. Veo a gente que viene a consulta, tanto de forma presencial como telemática, con dolores de cabeza, dolor crónico, problemas de sueño, ansiedad o depresión. Creo que si a la gente se le ofrece una forma diferente de lidiar con los retos de la vida, tanto en un plano personal como profesional, puede ser un método muy poderoso. Por supuesto, no estoy diciendo que la meditación sea un analgésico, un hipnótico o ansiolítico, pero es complementaria a las herramientas más tradicionales de mi práctica diaria.

—El mecanismo de supervivencia que tenemos los humanos es la razón por la que, como especie, hemos llegado tan lejos en materia de evolución. Sin embargo, usted relaciona este mecanismo con un estado de estrés permanente. ¿Por qué se mantiene pese al paso de los años?

—Es muy interesante ser capaces de predecir qué va a suceder y anticiparnos a las cosas. Pero muchas veces, eso nos hace no vivir el momento, en el presente, y estar continuamente en el futuro. O, por el contrario, quedarnos en el pasado. Claro que está muy bien aprender de nuestra experiencia personal, y esto es por lo que somos muy buenos lidiando con las cuestiones del día a día, pero algunas veces puede ser demasiado y hace que esa voz pequeñita de nuestra cabeza dé vueltas y vueltas, nos cree ansiedad e impida que nos quedemos dormidos. La vara de medir está demasiado alta en algunas ocasiones; sentimos la presión de ser un buen padre, un buen marido, un buen trabajador o un buen jefe. Eso se suma a que estamos conectados todo el tiempo debido a las redes sociales, al correo o al teléfono. Es lógico que sea demasiado. Pienso que la meditación, que es una especie de gimnasia mental, exige que conectemos la atención en algo y tengamos el control de esa conciencia que no para de gritar y que puede convertirse en una espiral negativa que solo enfatiza las cosas malas.

—¿Piensa que el sobrepensamiento es la razón por la que en ocasiones la gente reacciona de forma exagerada ante las nimiedades?

—Bueno, es normal que pensemos mucho las cosas porque somos seres analíticos y racionales. Y, al mismo tiempo, somos emocionales, tenemos necesidades de este tipo. De hecho, creo que necesitamos enseñar a los niños a conectar con todas esas partes. El problema es que pensemos mucho en las cosas y nos sintamos saturados o desbordados por todas esas emociones. Creo que en ese caso hay que desconectar un poco. Tomar perspectiva y mirar la foto completa, porque algunas veces estamos ansiosos o enfadados por algo que al final no es tan importante. Como neurólogo, también trabajo en cuidados paliativos, veo morro a mucha gente y eso me ayuda a crear algo de perspectiva. Hay que encontrar un equilibrio entre nuestra parte emocional y la racional.

—¿Cuál es el mecanismo por el cual la meditación ayuda a relajarse?

—La meditación puede conseguir muchas cosas. Es como hacer ejercicio, que en función de las necesidades de cada persona pueden elegir una disciplina u otra. Lidia con todas las redes neuronales, por eso ayuda a calmarse y a mucho más, potencia la creatividad o la memoria y concentración. Si la intención de una persona es puramente relajarse, se puede recurrir a la meditación a través de la respiración. En esta, se tiene que concentrar en una sola cosa y cuando aparecen pensamientos, los deja ir y vuelve al lancha de la atención que es la respiración.

—Ya que menciona la respiración, ¿cuál es su efecto en el sistema simpático o parasimpático?

—Tenemos dos sistemas: el simpático, que se activa cuando existe un peligro, una amenaza real para luchar o escapar, por eso suben las pulsaciones, la presión arterial o las hormonas del estrés; y el sistema parasimpático, que se encarga de la relación. Este es el que se activa con la respiración, porque cada vez que inspiro y espiro, estimulo este sistema.

Su equipo midió la actividad cerebral de Matthieu Ricard, un monje budista, mientras estaba meditando. ¿Qué observaron?

—Trabajar con los monjes budistas, entre ellos Matthieu Ricard, es una oportunidad maravillosa porque meditan muchísimo y es más fácil, para nosotros, ver los cambios en la estructura del cerebro o el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, no solo queremos ver el efecto en ellos porque son maestros de esta disciplina, sino que también nos sirve para tomar y aprender aquello que puede resultar útil en cada uno de nosotros. Con esta investigación, vimos que cambia, especialmente, el volumen de la materia gris. Él tiene más de 70 años, pero neurológicamente hablando, tiene 15 años menos. Algunas de las partes de su cerebro están más desarrolladas; son las que tienen un papel muy importante en la atención, en la memoria o en el control emocional. Pudimos ver que mientras meditaba, su cerebro cambiaba de una forma impresionante. Pero ojo, porque todo esto también sucede en cada uno de nosotros. Por ejemplo, el mindfulness tarda ocho semanas en provocar los efectos en las conexiones cerebrales.

¿Los beneficios de la meditación tardan hasta ocho semanas en verse?

—Puede ser menos, pero el programa de meditación más estudiado y validado en la actualidad se llama mindfulness based stress reduction. Está creado por profesionales, lo que significa que las personas están en buenas manos. Se reúnen una vez a la semana y después tienen deberes para casa y tienen que meditar dos veces durante semana 20 minutos. Esto es como un deporte, puedes hacer un poquito o ir a por las Olimpiadas. Yo no creo que haga falta llevarlo a ese extremo. De hecho, en el libro menciono la meditación informal, porque tengo cinco niños, mi mujer trabaja y como es lógico no puedo decirle que deje todo mientras yo dedico 20 minutos a mi práctica.

Es decir, que mientras pasea se pone a meditar.

—Sí. Yo lo hago mientras voy al trabajo, entre consultas, en la cola del supermercado, en la ducha. También se puede hacer mientras una persona cocina o vacía el lavavajillas. Este tipo de momentos, que todos tenemos, nos permiten conocer la meditación desde una perspectiva diferente y las investigaciones muestran que también tiene sus beneficios. Así es la realidad, no es cuestión de hacerlo durante 20 minutos y luego estar todo el día estresado, sino que se trata de hacer las cosas diferentes a través de tu práctica. Es una experiencia personal y no es una solución rápida.

En el libro habla de la neuroplasticidad, ¿qué significa este concepto?

—[El neurólogo coge una figura del interior del cerebro en la que pueden verse todas las conexiones] Es el cerebro por dentro, las miles de millones de conexiones que aquí (en la figura) se pueden ver con tanta facilidad. Es lo que lleva a mis células a comunicarse, es toda esa red neuronal de conexiones capaz de cambiar cuando aprendo cosas nuevas; o de transformarse si me estreso. El covid, por ejemplo, también propició la neuroplasticidad solo que de forma negativa. Esto es lo que estudiamos en mi especialidad por todos los medios y lo que vemos que cambia durante la práctica de la meditación.

¿Entiende que las personas sean escépticas respecto a la meditación y duden de sus efectos?

—Sí, por supuesto. Soy científico, así que soy un escéptico profesional. Pienso que hay muchos mitos, muchos prejuicios y muchas creencias falsas que llevan a conectar la meditación con el budismo, con alguna relación, con lo esotérico o alternativo. Es una pena porque, al final, esta práctica te ayuda a cuidar de tu bienestar mental, de tu atención y tratar de convertirte en una persona mejor. Aparte, es universal porque está presente en todas las culturas durante todos los tiempos. Nosotros estudiamos a los monjes budistas, pero también estamos estudiando a los nativos americanos o las tradiciones de Mongolia. Yo me veo construyendo un puente entre la medicina muy especializada, muy tecnológica, con todos sus fármacos y conocimientos, a la vez que doy un rol más activo a mis pacientes. Eso es complementario. Espero que, como científico que ha publicado mucho y como neurólogo, logre convencer a la gente. Estoy muy contento de poder utilizar la ciencia para explicar que la meditación no es algo loco o mágico, sino algo relevante. A veces tenemos problemas para encontrar equilibrio y para ello es muy importante que se le preste atención al bienestar mental. Así que pienso que será cuestión de tiempo que todo esto se aprecie. La meditación es mucho más que una habilidad menor o blanda, es lo que nos hace diferentes de un ordenador.

Pienso en un problema tan común como es el insomnio. ¿De qué forma le ayuda la meditación?

—El siguiente libro que voy a publicar es sobre el sueño. A un paciente con problemas de dormir le puedo prescribir un hipnótico y, efectivamente, tendrá la sensación de tener una buena noche, porque es básicamente como un coma farmacológico. Pero si recurre a estas prácticas de relajación, él o ella encontrará maneras de lidiar con las voces de su cabeza y podrá tener un buen descanso. Por eso creo que es algo de lo que hay que sacar ventaja. Pero insisto, es complementario. Pienso que mi papel va más allá de establecer un diagnóstico y prescribir un fármaco, trata más de cambiar y entender los hábitos de la gente y motivarlos a que los hagan. Hay que entender por qué el estrés es dañino y lo que cada uno puede hacer. No me refiero solo a meditar, sino a la actividad física, a dormir, a una dieta de calidad, a las relaciones sociales o al ambiente en el trabajo. Hemos ignorado todo esto y por eso me tomo como un reto poder integrarlo; poder sacar lo mejor de los dos mundos: los fármacos cuando se necesitan y, mientras tanto, trabajar en los hábitos de vida.

De hecho, en el libro cuenta que el estrés tiene un enorme impacto, no solo en el trastorno del sueño, sino también en otros problemas como los dolores de cabeza.

—Así es. Pero aun así, hay que huir de las explicaciones simples. Si alguien tiene migraña, tiene una enfermedad. Si tiene párkinson o ictus, necesita un buen doctor pero al mismo tiempo, el paciente puede tener un rol activo e invertir en un estilo de vida saludable, que es básicamente sentido común, porque es muy fácil ver cómo el estrés influye en nuestro bienestar o sistema inmune. Yo animo a tomar las pastillas cuando se necesiten, pero al mismo tiempo, veo cómo la gente tiene menos dolores de cabeza y con menos frecuencia cuando ellos hacen mindfulness. Es más, hay una serie de ensayos clínicos que muestran el efecto que la meditación puede ser tan grande como el efecto de la medicación. Esto se vio con analgésicos, fármacos contra la ansiedad, de la depresión, así que no necesitamos tirar los fármacos, sino combinar una cosa con otra. Además, pienso que podemos experimentar los síntomas de una forma diferente, reducir la progresión y ser eficiente en términos de prevención.

Antes mencionaba que es importante que los niños conecten con su parte racional y analítica, así como con la racional. ¿Debería haber mindfulness en los colegios?, ¿resultaría útil?

—Sí, totalmente. En España y en cualquier otro país, hay una asignatura de Educación Física que forma parte de la currícula escolar. Pienso que al igual que lo hacemos por un bienestar físico, deberíamos hacer lo mismo por el bienestar mental, y que tengan un profesional que les enseñe a conectar con sus necesidades emocionales, hablar de ellas, prestar atención a los otros e interactuar unos con otros.

Por último, ¿qué consejos daría para cuidar el cerebro?

—Lo recomendable es evitar el estrés crónico. Meditar es una buena forma para ello porque los estudios no solo muestran sus beneficios a nivel inmunitario, sino también en los cromosomas. Así que si alguien quiere ser más activo, más funcional, tener un envejecimiento más saludable, hacerlo es una buena idea. Todo esto, unido a la práctica regular de actividad física, a una buena dieta y a dormir los eficiente. Todas estas cosas merecen más atención. No es una simple opinión, sino que tiene evidencia científica.

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