La meditación actualiza el "software" de nuestro cerebro

Jul, 2019 Meditación, Mindfulness

Vicente Simón (Valencia, 1946) es catedrático de Psicobiología de la Universitat de València, psiquiatra y doctor en Medicina. Es un precursor en introducir el mindfulness (o atención plena) en España. Empezó a interesarse por la conducta en el Departamento de Fisiología de la Universidad del Ruhr (Alemania) y desde hace más de 30 años se dedica al estudio de la consciencia y a la práctica de la meditación. Actualmente es un referente en este ámbito. Ha publicado varios libros sobre el tema y ha participado en cursos y retiros. Además es miembro fundador de la Asociación Española de Mindfulness y académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana.

-¿Qué es exactamente mindfulness?

El mindfulness es un movimiento social bastante importante, que apareció en la segunda mitad del siglo XX en EE.UU. y que comporta una asimilación por parte de la cultura occidental, y especialmente de la ciencia, de las tradiciones meditativas que han existido desde tiempos inmemoriales. Inicialmente, la cultura occidental y la ciencia, las consideraba esotéricas y quien las practicaba se escondía, pero ahora es todo lo contrario: están de moda y su práctica se ha popularizado extensamente.

-Pero el mindfulness o meditación se define también como el estado de la consciencia plena.

Consciencia plena es una forma de traducir la palabra inglesa mindfulness que personalmente no me gusta mucho. Mindfulness es, a su vez, la traducción al inglés de la palabra pali sati, traducción que tampoco está exenta de inconvenientes. Prefiero hablar de entrenar la consciencia autoconsciente, es decir, ser consciente del contenido de nuestra propia mente. La consciencia humana es diferente a la del resto de especies animales, ya que somos capaces de ser conscientes de nuestra propia consciencia. En eso somos, probablemente, únicos.

-En tanto en que nos vincula al presente, ¿el mindfulness sería el carpe diem de nuestra era?

En la parte en la que te lleva a vivir el presente sí, pero esta es solo una parte del mindfulness o meditación. Quedarnos solo con esto nos llevaría a construir una idea errónea y bastante parcial. Hay que matizarlo.

-Matícelo.

El aspecto del cultivo de la atención -la práctica de la concentración-, es solo una parte de la meditación, la más conocida. Se trata de entrenar a la mente para que sea consciente de lo que está pasando en cada momento. En general, no recibimos un entrenamiento específico para esto. Hay profesiones, como los músicos, que desarrollan más esta atención consciente, ya que requieren de una gran concentración en la música, en el instrumento. Pero, en mi opinión, lo más importante de la meditación no es el desarrollo de la concentración -aunque esto sea deseable y hasta cierto punto necesario-, sino que lo más importante es la faceta de mindfulness relacionada con la actitud. El sentido de la meditación es la maduración y transformación de la persona humana. Y esto, en términos neurobiológicos, se consigue cuando logramos que el cerebro humano dé de sí todo aquello de lo que es capaz. Cuando le sacamos el máximo partido a nuestra capacidad de ser conscientes de nuestra propia consciencia.

-¿La mente es un diamante en bruto?

Exacto, pero ese diamante hay que cultivarlo. Todos venimos con el hardware característico de la especie humana, pero hay que actualizar el software con entrenamiento, ya que si no, no se aprovechan las enormes posibilidades que el cerebro humano posee. Esa es la grandeza del mindfulness. La meditación actualiza el software de nuestro cerebro.

-¿Nos sucede que vivimos más pero menos en mindfulness?

Actualmente lo que ocurre es que la gente vive estresada y eso nos apresa en la mente de mono, una mente que salta de un pensamiento a otro y vive agobiada por la supervivencia. La mente de mono no es mala en sí misma, está incluso relacionada con los grandes logros del ser humano, pero cuando se exagera, por el estrés que vivimos por ejemplo, este comportamiento resulta contraproducente. En general, pasamos demasiado tiempo en mente de mono.

-Leí en Scienceque una mente errante es una mente infeliz.

Efectivamente. Es un estudio publicado en 2010 y que se realizó con una muestra de más de 2.000 sujetos. En este se vio que cuando las personas estaban en mente errante, es decir, en mente de mono, eran más infelices que cuando su atención se centraba en lo que estaba sucediendo en ese momento. Es un estudio muy interesante, pero no se puede concluir de él que tengamos que evitar la mente errante en todo momento. La felicidad es un asunto complejo y una gran parte del problema es que la gente imagina que ser feliz consiste en tener siempre experiencias agradables y placenteras. Y esto es imposible en una vida humana, en la que forzosamente nos vamos a encontrar con experiencias adversas y momentos dolorosos. La felicidad hay que buscarla en una actitud más profunda y positiva ante la vida, en encontrar un sentido a la propia vida que implique el contribuir al bienestar de los demás y al progreso consciente de toda la humanidad.

-¿Todavía hay muchos prejuicios en torno a la meditación?

Más que prejuicios, que sí los había hace 15 años, yo hablaría ahora de mala información. Mindfulness no es una píldora mágica que si la practicas cuando estás mal, mejoras y ya está. Muchas veces, se vende así y es cierto que en tanto que ayuda a concentrarse y a disminuir la mente errante, te tranquiliza, pero esto es solo una parte de todo lo que representa. Lo más profundo radica en el cambio que se experimenta a través del conocimiento de uno mismo. Quedarse solo con lo primero es una versión parcial y empobrecida.

-Pero el mindfulness se está utilizando en terapias clínicas.

Sí, se puede utilizar y coadyuva en terapias psicológicas y psiquiátricas, pero dentro siempre de un enfoque terapéutico orientado hacia esa patología concreta y como parte de un tratamiento global.

Científicamente está demostrada su relación con la inmunidad y la longevidad.

Aunque todavía falta más experimentación, los estudios de ciencia básica evidencian que sí se producen mejoras en la inmunidad y también está comprobado que en las personas que meditan a menudo, se produce un alargamiento de los telómeros: las partes extremas de los cromosomas, cuya longitud se encuentra relacionada con el envejecimiento. Esto puede significar que la práctica prolongada de la meditación contribuye a enlentecer el envejecimiento. Este tema es objeto de mucha investigación y personas tan relevantes científicamente como Elisabeth Blackburn que recibió el Premio Nobel, se están ocupando de él.

-¿Cómo llegó a la meditación?

Hace muchos años, empecé a interesarme por la filosofía oriental, en concreto por el taoísmo, que es fascinante. Luego me interesé por el budismo, ya que el budismo es, en gran parte, una psicología, y empecé a practicar meditación zen. Tras conocer también el budismo tibetano, me encontré con mindfulness y, dado que es lo que más encajaba en mi trayectoria científica, lo integré en mi vida.

-¿Qué sentido tiene meditar?

Conocerse a sí mismo y conseguir que tú seas quien mande sobre tu mente y que no sea tu mente quien mande en ti. Normalmente es la mente la que nos dirige, tenemos a la mente por maestro, como dicen los orientales, y lo que se intenta a través de la meditación es que tú seas el dueño o dueña de tu propia mente.

-¿Es común recalar en la meditación después de haber sufrido?

Sí, claro, la gente se replantea su vida cuando sufre. El budismo, por ejemplo, es una respuesta al sufrimiento humano. Buda comenzó su viaje de auto-transformación cuando descubrió la existencia de la enfermedad, del envejecimiento y de la muerte.

-¿Y qué tiene que ver la autocompasión con todo esto?

Decíamos que una de las cosas más importantes es la actitud. Pues la compasión y la autocompasión son parte de esa actitud. La autocompasión consiste en tratarse bien a uno mismo, especialmente cuando se sufre. En nuestra época existe mucha autoexigencia y son muchas las personas que se critican en exceso y no se tratan a sí mismas con amabilidad. Por eso, la autocompasión es tan importante y tan terapéutica. Hace mucha falta enseñar a la gente a quererse a sí misma. Se supone que tú, a ti misma te amas, pero estamos observando que mucha gente, en realidad, no se quiere a sí misma y no sabe tratarse bien. Trastornos como la anorexia, o el trastorno límite de personalidad en el que los pacientes se autolesionan, son ejemplos muy claros. A un nivel no tan extremo, las personas que no se cuidan, que se critican en exceso, que no comen correctamente, que no hacen ejercicio…

-¿Cómo integrar la meditación en nuestra vida?

Hay gente que empieza sola, que es autodidacta, que lee y lo practica. Lo más recomendable, sin embargo, es unirse a un grupo dirigido por alguien que tenga experiencia. Los grupos son muy motivadores. Es aconsejable la práctica regular diaria. Y a ser posible, hacer uno o dos retiros al año.

-¿Cuál es el mejor resultado que ha visto a través de la meditación?

He tenido mucha experiencia con grupos y precisamente con grupos a los que he enseñado autocompasión. Es reconfortante que la gente te dé las gracias porque han descubierto cómo tratarse bien a sí mismos, o porque meditan y les va bien. La meditación nació para conocerse a uno mismo. Siempre conlleva un proceso de transformación personal, en el que sabes dónde empiezas pero no a dónde vas a llegar, en el buen sentido de la expresión.

-Eso conlleva sus riesgos.

Los riesgos son los de la vida misma. El hacernos más conscientes nos conduce a encontrar sentido a nuestra vida, a ser una ayuda para quienes nos rodean y, en general, a contribuir al progreso de la humanidad.

diariocv.es

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